En ocasiones pienso que las personas que leéis este blog podéis llevaros una impresión equivocada- y no es que me importe, en absoluto, pero la explicación viene al caso - respecto a mis gustos cinematográficos. Digo esto porque al corresponder la mayoría de los comentarios que hago a películas norteamericanas del estilo de "Rocky III" o "Cobra" y que encima son alabadas, pues es muy posible que penséis que el que escribe sólo ha visto cine de ese palo. Nada más lejos de la realidad, de hecho, soy un amante del cine clásico; tanto que me nutro prácticamente de él. Pero claro, esto es "Cine de los ochenta" y esas películas hay que comentarlas. Y con esto no quiero justificarme, es más, las películas comerciales de los años ochenta realmente me gustan. Dependiendo del momento puedo pasarlo en grande con "Karate Kid" , "Jóvenes Ocultos" o "Regreso al futuro" como también paladear clásicos de Murnau, Eisenstein, Chaplin , Huston o Dreyer. No lo veo incompatible. Encuentro muy satisfactorio el cine ochentero descarado y sin complejos que además no oculta que su principal objetivo es entretener sin más, es decir, sin trampa ni cartón. Cine que no se toma a sí mismo muy en serio y con el que disfruto como un enano haciendo lo propio; es decir, no tomándolo muy en serio - y eso sin perjucio de que, como no me cansaré de repetir, en los ochenta hay auténticas obras maestras-. Pero claro, hay ciertas personas, autodenominados muchas veces como intelectuales, que encaramados en la supuesta superioridad de su torre de marfil no dan una oportunidad a este tipo de películas, porque dicen estár dirigidas a la masa, cuando no a idiotas descerebrados. Y es que hay personas que alaban ciegamente el cine clásico como si constituyese un bloque homogéneo de virtud artística sin fisura ;aún cuando la realidad es que también hay bodrios como la copa de un pino o películas que bajo el epíteto de "cine intelectual" esconden ideas más ñoñas e infantiles que el cine comercial que tanto critican.
Y este rollo macabeo viene a colación de que, a mi juicio, "El cielo protector" entra dentro de este último tipo de películas. Se me ocurren tres palabras que dan una idea de por donde van los tiros (y las tres con p de puñetera) : petulante, pretenciosa y pseudointelectual. Y me importa un pepino agrio el hecho de que por ser una adaptación de una novela de Paul Bowles se justifiquen sus flaquezas con el típico: "es mejor el libro"; como dando a entender que la película queda desmerecida por la grandeza del texto impreso. ¿Y a mí qué? Yo lo que vi y de lo que hablo es de la película. Así que si no lograste captar la profundidad del libro en tu adaptación cinematográfica (de la que el propio Bowles reniega, por cierto) pues te jodes, Bertolucci. No haberla adaptado.
Dicho esto, también es verdad, y sería muy injusto si no lo hiciera, hay que reconocer grandes virtudes a "El cielo protector". La ambientación es fantástica y capta muy bien tanto la belleza de los parajes como las condiciones miserables en ciertas zonas del desierto de Sahara. La fotografía alcanza cotas preciosistas sobre todo , otra vez, en los parajes desérticos. Las actuaciones no me han cautivado, diría que los actores cumplen con su papel victimista en medio del bodrio, pero tampoco los mandaría al paredón. Y en cuanto a la dirección de Bertolucci, no voy a ser yo quien le reste méritos. ¿Entonces cual es el gran problema que encuentro en "El cielo protector"?
No creáis que es casualidad. Se pasa la película con esa cara de bohemio llorica. |
"El cielo protector" debería haber caído en manos de la Cannon. Así la historia se hubiese reducido a la llegada de un helicóptero Apache del que, mediante una doble pirueta, desciende Chuck Norris y, antes de tocar el suelo, decapita a estos tres subnormales de una patada giratoria. Al menos, el regocijo del personal estaría asegurado, regalándonos de paso, otra escena mítica del género de la comedia involuntaria.
GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA
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