Peliculas del recuerdo: 2017-02-19

PRÓLOGO DE ALIEN COVENANT

20th Century Fox ha compartido este prólogo de ALIEN COVENANT que lleva por título La última cena. Para nuestra sorpresa, aunque ha sido ideado por Ridley Scott, ha sido su hijo Luke Scott el encargado de dirigirlo. Aquí lo tenéis.


GERMÁN FERNÁNDEZ

Primera fotografía oficial del reparto de THE PREDATOR



Acaba de empezar el rodaje de THE PREDATOR nueva entrega de las andanzas de nuestro cazador alienígena favorito que será dirigida por SHANE BLACK. Esta es la primera fotografía oficial de un reparto poco conocido formado por : Sterling K. Brown, Trevante Rhodes, Boyd Holbrook, Jacob Tremblay, Olivia Munn y Keegan-Michael Key.

La posible participación de nuestro amigo Arnold en el papel de Dutch en un cameo no está confirmada y lo que sí a adelantado Shane Black es que va a ser una película muy sangrienta.

Agárrense los machos ...

GERMÁN fERNÁNDEZ JAMBRINA

El sargento de hierro (1986, Clint Eastwood) Heartbreak Ridge

El sargento de artillería Highway, un veterano de guerra fanfarrón, borracho y pendenciero, regresará antes de su retiro a la unidad de la que fue expulsado por agredir a un oficial. En su destino tendrá que lidiar con una tropa indisciplinada, un odioso oficial y por si fuera poco, con su ex mujer.



Soy el sargento de artillería Highway. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más polvos y he chafado más huevos que todos vosotros juntos, capullos.”

El veterano de Vietnam y guionista James Carabatsos, que también escribió y produjo La colina de la hamburguesa (1987), se basó en una anécdota ocurrida durante la invasión de Grenada por la 82ndAirbone Division de la Armada estadounidense según la cual un soldado utilizó su tarjeta de crédito para pedir apoyo aéreo por teléfono. A Eastwood, quien ya había dirigido por entonces la magnífica El jinete pálido (1985) – mi película favorita suya de la década de los ochenta - , le gustó la idea y le propuso a Fritz Manes (productor de más de una decena de películas dirigidas por Eastwood) contactar con la Armada y rodar en Fort Bragg.

Pero a estos el guión no les entusiasmó precisamente al retratar a un soldado divorciado con una afición desmedida por la cerveza, lenguaje extremadamente obsceno y unos métodos de entrenamiento drásticos. Finalmente, fue la Marina quien, con cierto recelo, apoyó el proyecto y permitió rodar en Camp Talega, Chapoo Flats, el campamento Pendleton y la Academia Militar de San Diego. Este hecho explica algo que puede pasar desapercibido por el espectador a simple vista, y es que la tan nombrada batalla de El Cerro de la muerte (Heartbreak Ridge: título original de la película), por la que Highway es condecorado con la medalla del congreso, fue librada por el cuerpo de la Armada , no por el de la Marina; hecho comentado por uno de los secundarios brevemente (Chuso) y del que aclara que después de esa batalla ambos se cambiaron al cuerpo de los marines.



Sea como fuere, la Marina quedó tan horrorizada como la Armada tras ver el primer corte de la película, no sólo por el personaje del sargento Highway, sino por lo que consideraron una gran falta de fidelidad respecto al entrenamiento y a la batalla de Grenada. Y no sólo eso, porque, pese a seguir plenamente enfocado a una exaltación del patriotismo estadounidense , tiene parte de revulsivo en cuanto a su crítica frente a una institución militar burocrática que es dirigida por novatos - eso sí,con muchas estrellas sobre sus hombros - que no saben de la guerra más que lo visto en los libros de texto de la academia militar. Y es que ellos pretendían que se diese una visión bonita del "nuevo ejército" , que es el que Eastwood critica mientras elogia a los viejos veteranos.

Así, un Eastwood que hoy día nos tiene acostumbrados a rodar prácticamente lo que le venga en gana, sembró la semilla de discordia entre una base de acólitos conservadores que aplaudían hasta entonces todas y cada una de sus películas, a la par que tampoco contentaría (como siempre) a los que vieron otra muestra más de patriotismo exacerbado.

Las características principales del sargento Highway – el pilar que sostiene la película, ya que el resto del reparto son mera comparsa a excepción del cachondo Steve Jones (Mario Van Peebles) - quedan claramente definidas en una primera secuencia en la que, tras fanfarronear delante de sus compañeros de celda de la comisaría local de policía sobre sus experiencias sexuales en Vietnam – luego nos enteramos de que está ahí por emborracharse, pelear y orinar en un coche de policía - , le pega una paliza a uno de los reclusos. Muy significativo es el hecho de que, justo antes de enfocarle en el interior de la celda (mientras suelta el monólogo), las imágenes estén rodadas en blanco y negro, pero al enfocarle cambian a color: esto define a Highway como un soldado del pasado, un ser en vías de extinción que se da de bruces con una realidad muy distinta a la de sus glorias pasadas. Pero quizás para no dotar al personaje de unas características tan maniqueas, es también descrito, aparte de borrachuzo, violento y fanfarrón, como una persona incorruptible y leal (no duda en ayudar a uno de sus hombres cuando se entera de que pasa por una situación económica muy precaria); además, pese a su machismo recalcitrante, intenta comprender la psicología femenina leyendo revistas para mujeres suponiendo que esto le ayudará a retomar la relación con una ex mujer (maravillosa Marsha Mason con ese carácter tan fuerte como el del temible sargento y única persona que puede amilanar a éste) a la que nunca ha dejado de querer.


El físico de Eastwood, con su altura, cuerpo atlético y rostro anguloso, encaja a la perfección con el prototipo de marine; esto no es casualidad, ya que como ha manifestado en más de una ocasión, su paso por el ejército le ayudó a adquirir unos hábitos muy estrictos en cuanto a la práctica del ejercicio físico y a los hábitos alimentarios. Pero esta constitución física queda en mera comparsa de ese pedazo de vozarrón a cargo de nuestro querido (y tristemente difunto) Constantino Romero, quien , en el doblaje al español, imprime una contundencia aplastante a la interminable sucesión de frases lapidarias al estilo "macho man" tan característico de los héroes de acción de los ochenta y noventa (entre ellos el Harry Callahan que Eastwood interpretó) De hecho, casi todo el mundo recuerda la película por las frases, y no por la historia propiamente dicha, y es por esta razón, pese a que no sea una gran película, sino una película entretenida, sin más, por lo que esta se ha convertido en un clásico de los ochenta. Al final del artículo podéis ver un vídeo recopilatorio, ahora señalo alguna:

Puedes pegarme. Puedes tirarme al suelo, incluso escupirme y mearme. Pero, por favor, no me aburras.”

"Estoy aquí para comunicaros que la vida, tal y como la habéis conocido, ha terminado. Más vale que os vayáis al pueblo esta noche a reiros y a hacer el gilipollas o a restregar vuestras pichitas contra vuestras novias, o a meterla en cualquier agujero. Pero sea lo que sea hacerlo, porque mañana a las seis de la mañana, vuestros culos serán míos.”

¿Y entonces por qué no te pones en esa mesa a 4 patas y te doy por el culo y así te irás a la cama con una sonrisa en la cara y por la mañana podrás decirles a tus amigos que te has tirado a un sargento cojonudo?”

"Somos cabrones de pelo corto con hachas en vez de pollas y con queroseno en vez de sangre.”

"Quiero decir que tengas cuidado, que tengo mucha mala leche, ¿sabes? Como alambre de espinas y meo napalm, y puedo traspasar el culo de una pulga de un tiro a 200 metros, así que vete a machacártela por ahí cara de perro antes de que te rompa los morros"

En cuanto a la estructura, El sargento de hierro se divide en dos partes claramente diferenciadas al estilo de La chaqueta metálica (1987, Stanley Kubrick) : Instrucción y guerra. Al igual que con la de Kubrick, la parte de la instrucción me resulta superior al segundo tramo, pero difieren mucho en cuanto al tratamiento de la historia. Mientras que Kubrick lo concive como una pesadilla en la que la implacable institución militar lava el cerébro a unos jóvenes para convertirlos en sumisas máquinas de matar, en la de Eastwood todo resulta desenfadado y plagado de "gags" cómicos; de ahí las dos visiones antagónicas de los dos directores: la crítica implacable de Kubrick y la aceptación sin restricciones de la institución militar de Eastwood (pese a su crítica al "ejército moderno").



Centrándonos en El sargento de hierro, la parte de la instrucción resulta muy divertida por los desaguisados a los que Highway tendrá que hacer frente. Y es que sólo se enfrentará con un grupo de soldados indisciplinados capitaneados por un excéntrico Stitch Jones (genial Mario Van Peebles que ganó el Image Awards a mejor actor) más interesado en la música que en el ejército: "Soy Stitch Jones, el Conde del funk, el Duque del cool, el Ayatolá del rock and roll"; sino que se encontrará con el odioso Mayor Powers (Everett McGill) y descubrirá que su ex mujer sale con otra persona. Es en esta primera parte ,en ocasiones descabellada, la que más situaciones rocambolescas y frases desorbitadas emana: encuentro entre Highway y Stitch Jones, puteo constante en la instrucción, la pelea en el foso, el "Sueco" ...

La segunda parte, la de la batalla (poco espectacular y sin artificios), me resulta menos interesante, y en ella encontramos el momento agridulce con la muerte de Profile (Tom Villard); el mensaje es claro: la guerra no es un juego, muchachos. Sin embargo, un final totalmente "made in Hollywood" ,con ese recibimiento tan patriótico y la reconciliación de Highway y su ex mujer, nos dejará mejor sabor de boca ...

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA














Dentro del laberinto (1986, Jim Henson) Labyrinth


James Maury “Jim” Henson, recordado por los teleñecos y por la miniserie “El cuentacuentos” produjo y dirigió dos películas imprescindibles en el imaginario de la infancia de toda una generación. “El cristal oscuro” (1982) y “Dentro del laberinto” (1986) son parte de ese catálogo mágico que formaron algunas películas de la década de los 80 como “Willow” (1988), “La historia interminable” (1984) o “La princesa prometida” (1987) (entre muchas otras que aportaron ese halo fantástico a toda una década). Ese cine fantástico tenía elementos en común, como el tipo de público al que iba dirigido, una potente banda sonora, la artesanía en los efectos, imaginación, fantasía y mucho cariño al hacerlas. Titiritero como fue (además de productor y director) siempre decía que sus expectativas, cada vez que entraba al cine, se simplificaban en salir un poco más feliz de lo que entraba. Con “Dentro del laberinto” lo consiguió. Aplaudiendo ese cine “palomitero” que nos hizo disfrutar en nuestra infancia, hay que decir que esta película, como muchas otras coetáneas, aguanta el paso de los años. Revisionarla es un placer, no solo para saciar el ansía de nostalgia, sino porque en sí misma es muy divertida y redonda. Además tienen a Bowie, y una jovencísima y muy bella Jennifer Connelly; imperdible.

 
Haciendo alusión a los protagonistas principales que no son títeres, como son Jennifer Connelly y Bowie, llegaron al papel de formas muy diferentes. Ella era relativamente desconocida aunque no del todo, porque ya había participado en una película llamada “Érase una vez América” (1984), y antes de eso había sido modelo infantil; de todas formas Bowie sí era ya una estrella estratosférica, a diferencia de la joven de 14 años, que en esa época decía haber querido ser veterinaria, carpintera y no actriz (el éxito le haría cambiar de idea). En el casting tuvo la competencia de Helena Bonham Carter, Jane Krakowski, Sarah Jessica Parker, Maddie Corman, Laura Dern, Lili Taylor, Ally Sheedy, Mia Sara y Marisa Tomei. Todo un catálogo del futuro de Hollywood.


En el caso de Jareth “el rey de los goblins”, Henson tenía en mente que fuera un títere, pero el fracaso en taquilla de “El cristal oscuro” (película totalmente integrada por muñecos) le hizo cambiar de parecer. Pensó en Michael Jackson, Mick Jagger, Sting o Prince. Finalmente una decisión propia, ayudada por sus hijos le hizo decantarse por David. Bowie, por su parte, había visto “El cristal oscuro” y no se lo pensó, ya que quedó fascinado con aquella película.

 
La interpretación de sus dos actores principales completó un equipo donde George Lucas (Lucasfilm) produjo, Jim Henson dirigió, Brian Froud fue el director artístico, Terry Jones el guionista, Frank Oz animador y Trevor Jones el creador de la banda sonora. En cuanto a Trevor Jones, hizo la fantástica música pero las canciones fueron compuestas por Bowie, uno de los reclamos más importantes de la película. Se rodó en estudio, más concretamente en Elstree (Hertfordshire, Inglaterra). El cuidado en el diseño de los escenarios y de los goblins es maravilloso, Brian Froud haría un trabajo sobresaliente junto a Henson para dotar de originalidad y movimiento a los títeres más importantes del filme. El Monty Phyton Terry Jones, guionista de la película, recibía diseños y dibujos todos los días para integrarlos en la historia. Un trabajo en equipo que salió bien, se hizo con cariño y resultó más que satisfactorio.

 
En cuanto a las influencias queda claro que Alicia en el país de las maravillas, véase el gusano que Sarah encuentra al principio de su periplo, la banda del fuego que pretende cortarle la cabeza y el sentido metafórico que durante la película se hace ver del crecimiento de su protagonista de niña a adulta, es la mayor del filme. El mago de Oz con la búsqueda de un destino para salvarse, el encuentro de acompañantes que la escoltan y le ayudan, también supone una referencia clara. Aquí la ciudad esmeralda es el castillo de los Goblins y Jareth supone una perversión de la imagen de “el mago de Oz”; en ambos casos, sin embargo, suponen el destino de sus protagonistas. Blancanieves y su “fruta prohibida”, la imagen de la manzana envenenada aparece con forma de melocotón en el laberinto. A nivel artístico hay referencias a Maurice Sendak (conocido escritor de cuentos como “Donde viven los monstruos” o “Al otro lado”, cuento que sirve de inspiración para el desarrollo creativo de esta película) y a Escher (pintor conocido por sus grabados xilográficos, los cuales buscan el concepto de irrealidad y de infinito). En el encuentro final, el interior del castillo es un cuadro de Escher, con escaleras encontradas que no llegan a ninguna parte y que, al mismo tiempo, llegan a todos sitios. Esto representa ese laberinto que es el interior de Sarah, el cual se debate entre quedarse anclada o madurar, entre seguir siendo una niña rodeada de fantasía (seguramente para huir del abandono de su madre) o crecer hasta la edad adulta. El laberinto, y ya no me refiero solo al final de la película, supone para Sarah un ejercicio obligado, un trabajo impuesto por la responsabilidad y por los adultos, empezando por su padre y madrastra que le obligan a cuidar de su hermano, hasta la figura del rey de los goblins que le obliga a sucumbir o a vivir, a luchar por su vida y la de su hermano, o caer en el sopor de la ignorancia y la ingenuidad. Dentro del laberinto Sarah tendrá que tomar decisiones, dejar que su hermano se convierta en goblin o rescatarlo, elegir la puerta de la izquierda o la de la derecha, subir o bajar en el pozo de las manos, confiar en Hoggle o no hacerlo. Madurar supone tomar decisiones y la película es en su integridad un avance hacia la madurez.


 Un momento clave que define el papel que ella tomará durante toda la película, eso sí con tentaciones que la harán dudar, es cuando al principio Jareth le enseña el laberinto que tendría que cruzar en trece horas para llegar al castillo, y así poder salvar a su hermano. El rey de los goblins le advierte que no hay vuelta atrás, dejando claro que cuidar de su hermano supondrá esa adquisición de madurez que la alejará de la infancia. Una auténtica pena, dice Jareth, una frase que parece hacer referencia a la pérdida de inocencia que supondrá cruzar el laberinto. Como si de un espejo se tratase, todo lo que ocurre en el laberinto ocurre, en cierta manera, en la realidad. Salvar al hermano allí supone el compromiso de cuidarlo en la vida real, que se convierta en goblin supone el miedo a la pérdida, a la muerte o al abandono, como el que sufrió de su madre; el rey de los goblins supone la atracción sexual, otro indicio de madurez en la adolescencia de Sarah.

Hay un momento maravilloso conde Sarah es tentada a seguir una parodia de su vida, de su habitación, sin compromisos y viviendo una vida ficticia imitadora del pasado y cuyo sentimiento sustentador y único es la melancolía. La anciana que quiere convencerla no deja de ser una infeliz que se quedó allí encerrada, que aceptó, que incluso podría ser ella, o que es ella. Se hace referencia al apego a las cosas que le recuerdan la niñez como muñecos, cuentos… formando una pesada carga en la espalda del personaje y no dejándole avanzar por el peso. Es donde se encuentra cómoda, donde solo tenía que pensar en jugar a ser princesa, en estar con su madre y no tener responsabilidades. Pero el tiempo es inexorable y aunque no se quiera, uno deja ser un niño para convertirse en adulto. 


Como decíamos, no solo la responsabilidad de cuidar a su hermano le hace madurar, sino que el despertar sexual también es relevante. La escena del baile ocurre en la mente de Sarah y refleja cómo se siente atraída por Jareth y todo lo que le rodea. Sin embargo no solo hay atracción sino miedo a lo desconocido. El baile es la única escena dentro del laberinto donde solo hay personas. Todos son adultos disfrazados como en un carnaval veneciano del siglo XVIII, representando la perversión y el sexo; con máscara de goblins, mostrando la fealdad de la madurez, del paso de la niñez a la adolescencia y afeando el tránsito y cambios que sufre el cuerpo, pero también mostrándole a Sarah el placer y el gusto por lo erótico. “As the world falls down” suena mientras Bowie y Connelly bailan rodeados de lujo y sin refererencias a lo infantil. Todo supone un divertimento adulto y Sarah se deja seducir.


En cuanto a Bowie, su estética, sus movimientos, sus canciones, hacen de Jareth un icono del cine. Todas las canciones son compuestas por él y es muy recomendable escucharlas, porque tienen el estilo característico de “El Duque Blanco”. Michael Moschen, malabarista, fue el encargado de doblar a Bowie en el manejo de las bolas de cristal; esta virtud dota al personaje de un halo mágico pero también de la sensación de controlar la hipnosis como medio de influencia sobre las mentes más débiles. Es un personaje atractivo y poderoso que le gusta divertirse y que quiere que quienes le rodean le alaguen y le acompañen en su mundo idealizado. Es un Peter Pan perverso que quiere raptar a Sarah para que esté a su lado para siempre. Toby Froud, hijo del diseñador y director artístico Brian Froud fue el partenaire en la mayoría de las escenas para Bowie y Connelly. Hay una anécdota sobre él y es que el bebé (Toby Forud) no solía hacer ningún ruido, no solía llorar ni reír cuando estaban en escena y Bowie tuvo que doblar esos sonidos, haciéndolos él mismo. Por otro lado el símbolo de la lechuza, representa a Jareth, pero también representa la sabiduría, la que aporta la madurez, y de la que carece, en el principio, Sarah. La lechuza se convierte, así, en un símbolo representativo de lo que va alcanzando Sarah en su deambular por el laberinto.

 
La habitación de Sarah es otro personaje en la película, o más bien es toda la película. El laberinto es la imaginación de Sarah, es la madurez, los anhelos, los deseos, la nostalgia, el recuerdo, el apego y la pérdida. Todo está en su habitación, desde un cuadro de Escher (lo último que seguramente como niña pondría en su cuarto y el último escenario que pisa dentro del laberinto), un muñeco del rey de los goblins, un cuento de “Donde viven los monstruos” que recuerda a Ludo… Cosas que son el pasado de Sarah y de las que irá desprendiéndose, sin olvidarlas pero no con la unión que te lastra sino con la que te hace ser mejor y más libre. Porque la película no defiende que olvides tu infancia sino que forme parte de tu avance sin anclarse en una época pasada que pudiera parecer más feliz.

  
La película es técnicamente una maravilla. Se puede usar como contrapunto al uso del CGI excesivo, como ejemplo del uso de la imaginación frente al ordenador, y esto sabiendo que la lechuza de los créditos es el primer animal realista hecho íntegramente por CGI. El resto de la película, obviamente, es artesanía, maquillaje, títeres, decorados y magia. El personaje de Hoggle, interpretado por una actriz llamada Shari Weiser, disponía de una cabeza animatrónica con 18 motores y cuatro técnicos manejándola, el títere más complejo hasta la fecha.

 
Solo en la escena de la sala del rey cuando suena la fantástica canción “Magic dance” hay 48 títeres a la vez interactuando con Bowie. Ludo pesaba inicialmente 45 kilogramos, y se tuvo que reconstruir para rebajar el peso a 33 kilos porque lo llevaba una sola persona (aunque dos actores se turnaban). Y el Humongous, que es el robot gigante que sale de una de las puertas finales que impiden el acceso al castillo, se convierte en la marioneta más grande que se hubiera fabricado hasta entonces. Tenía 4’5 metros de alto y se movía a través de una tecnología del movimiento basada en hidráulicos. El esqueleto era de metal y el exterior de goma- espuma, para evitar que el peso se disparase.

Muchos esfuerzos que no lograron que fuera un éxito en taquilla. Fue un fracaso que se compensó con el éxito que adquirió posteriormente en su distribución en video; pero fue un fracaso de esos que después se convierten en una película de culto, una película “palomitera”, divertida, mágica, que consumíamos de niños y que aún hoy disfrutamos por una cosa que no surge siempre, y que es la magia.

Por increíbles peligros e innumerables fatigas, me he abierto camino hasta el castillo más allá de la ciudad de los goblins, para recuperar el niño que me has robado. Porque mi voluntad es tan fuerte como la tuya y mi reino igual de grande. Porque mi voluntad es tan fuerte como la tuya y mi reino igual de grande…” Vaya, nunca consigo recordar ese párrafo… “No tienes poder sobre mí“.


Por MOANBE